Desde la ignorancia de este insignificante cronista, les pregunto ¿cuántas vuesías han sido avisadas sobre el Parque de Atracciones, o han sido ofrecidos a participar en esa GOODP Gran Obra Opaca de Dinero Público, o…?
Vive Dios que los Jurisconsultos o los Artistas, como ciencias que no son tales, no han ni siquiera vislumbrado la existencia y atracciones propiamente dichas del dicho Parque de Atracciones. Ocurre, sin embargo, que esa ignorancia es compartida por todas las castas y rincones del Reino de la Excelencia: impregna también a los Hombres Puros y a los Bárbaros -con alguna bien elegida excepción- y, claro está, con la vista gorda (mientras que le sirvan para sus intereses) de los correspondientes.
A diferencia de los territorios de Geta, Lega y Colmenalejos, atravesados por divisiones y justas electorales, el Parque de Atracciones es de otro mundo; ajeno a actividades o pasiones; todo en el es amor, levedad e invisibilidad.
¿Y qué mejor prueba de amor que enseñarnos a cocinar? Craso error; ahí empezó a quebrarse el inquebrantable principio de su invisibilidad. De la mano inocente y torcaz salió la carta de presentación en forma de recetas de cocina; eso sí, hechas con amol, anunciándonos la buena nueva del nuevo año, con lentejas, judías, perdices…tan nuestras. Como carta de presentación de la Innovación, la Transferencia Tecnológica, la Internacionalización, la Alta Tecnología, tuvo su impacto.
Y ahí empezó todo. El interés que despertó el dicho Parque de Atracciones en lo que siglos después se denominó la globalización, se presentó imparable. Atracción de la buena (la ciencia y spin-off de las lentejas a la torcaz). Innovación, eso es otro asunto que queda para narrar en las siguientes entregas.
(CONTINUARÁ)
