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lunes, 14 de marzo de 2011

Capítulo 1 de Tarma y Mite, siervas de Carloszree: De cómo la servidumbre participa en la Justa Electoral

A pesar del escaso valor de sus votos, la servidumbre concurría masivamente a las justas con urna propia, convencidos de que en caso de que los candidatos rozasen el empate en la Justa, su papel podría ser decisivo.
En el inframundo de la servidumbre se imitaba en cierto modo el modelo de castas y domesticación de los prohombres y los hidalgos:

Existían tres regentes: Tostado, Bellaca de la Aceña y Torcaz, mal avenidos, de rudos modales y proclives al uso de la fuerza bruta, en caso de sentir invadidos sus espacios de influencia, que consideraban propios.
Tostado, antiguo responsable de la hacienda de los Computadores, era  sustituto de Raposete, el temible arquitecto principal del edificio de control a base de palo y zanahoria de la servidumbre. Torcaz era muy querida por Gregorio I, por lo que no se la cuestionaba y Bellaca de la Aceña (también llamada Procaz), un nombramiento incidental de Daniel de Pena al igual que Tostado. Los tres regentes y los responsables de haciendas, constituían un grupo directivo conocido como  REHAZ (Responsables de las Haciendas) y en época electoral eran señalados por la maledicencia campesina como REZAD, por darse a la oración para aplacar el miedo de arder en la hoguera o perder su hacienda tras las justas electorales.

En las reuniones de REHAZ no se hablaba demasiado de cuestiones trascendentales sobre administración de las haciendas, en general preferían intercambiar recetas de cocina, comer pastas y disimular sus mutuos recelos como buenamente podían dándose a entretenidos juegos de rol organizados por Tostado y sus asesores.

Regentes y responsables de Haciendas en ningún caso trataban de hacer valer su criterio, en caso de tenerlo, ante la presencia de Virreyes, ministros y viceministros a los que rendían pleitesía a cambio de que los mantuviesen al cuidado de sus haciendas. Repetir con fingido y genuflexo entusiasmo los mantras del rey de turno era su filosofía de supervivencia.

Las Haciendas se comunicaban poco entre sí y se hacían cargo de tareas muy variadas: consultores de la inquisición-muy ligados a los jurisconsultos de Gregorio I y su legitimo heredero Lucien Duplo-, danzarines y acróbatas, abastecimiento, reserva de abrevaderos, guardianes, computadores, bibliotecarios,  contables, pregoneros (amplio servicio doméstico de Chorches, Ministra de propaganda), relaciones extranjeras (competencia de Amanuense), pastoreo de estudiantes (menores y mayores) etc.

Intentaban instaurar sistemas hereditarios, (inspirados en los de prohombres e hidalgos) que les permitían mayor tranquilidad y fidelización.Se les permitía disfrutar, además, de estudiantes para afrontar las tareas más duras de la cosecha y el pastoreo y en caso de agitarse se les concedían días de descanso extra.
La servidumbre de base, dotada de una perturbadora conciencia moral e insólitas dosis de memoria, había contribuido cuatro años atrás a cerrar el paso a Duplo en su primer asalto sucesorio dando sus apoyos humildes a Dániel, pero ahora se sentía engañada y utilizada por éste por lo que apoyó en el primer envite de la justa al bárbaro Justo Marceliano (excepto los responsables de Haciendas, algo asustados por los ecos liberadores de la servidumbre del discurso de Marceliano)

Entre los responsables de las haciendas, había nostálgicos de Gregorio I, que soñaban con la restauración de su reinado de sombras que Lucien Duplo parecía significar, pero también había entusiastas partidarios de Dániel de Pena, en especial aquellos que habían engordado su patrimonio o el de sus haciendas en su etapa. En general, conocedores de su insalvable condición de servidumbre, eran proclives a guiarse por la aspiración suprema de  poder seguir controlando sus haciendas un ratito más.

-        ¿Qué era esto de las Haciendas que tengo delegadas en Tostado?- preguntó Dániel a Despuntado, mientras se levantaba de hacer de vientre.
-        Tengo entendido que son aquellos sin los cuales los cruasanes y los cafés no llegarían a su mesa, mi señor- dijo despuntado mientras le entregaba el rollo de higiénico perfumado reciclado a base de estatutos y otras Leyes promulgadas por Gregorio I.
-        ¿Cómo Uan-chu?- preguntó Dániel, algo contrariado por tener que tratar cuestiones tan lejanas al JCR.
-        Sí, pero con contrato fijo y conciencia de clase.
-        Bah, concluyó Daniel, encarga a Tostado prometerles intercomunicadores corporativos de última generación y si no aceptan, amenázales con “devaluarles el despeño”.
-        Sí mi señor, asintió Despuntado, sabiendo que el Breve había querido decir “evaluarles el desempeño”.

Ante la batalla final de la Justa, la servidumbre se encontraba entre la espada y la pared, porque su deseo de ver la desaparición de Dániel y sus infames regentes sólo podía consumarse apoyando a Duplo del que lógicamente no podían fiarse, conocedores de que sus intenciones expresas para con la servidumbre no debían ser sinceras. ¿Por quién se decantaría la servidumbre en el segundo envite de la Justa, renunciaría a participar?

3 comentarios:

  1. Está genial, a ver si os animáis a seguir la historia!

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  2. Me troncho...es buenísimo...

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  3. Genial :D me encanta que los siervos podamos hablar aunque solo se nos escuche en el patio o en la cocina jajajaja.

    Escribid mas por favor! :D

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