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lunes, 21 de marzo de 2011

Historias de Faruk (Tercera Parte): Las 1000 y una noches de Dániel.

URGENTE: Crónica de última hora

Historias de Faruk
Aunque expulsado del territorio de Carloszree, pero informado puntualmente en mis aposentos privados de Las Margaritas gracias a las palomas blogueras, puedo relatar aquí, para quien le interese, nuevos acontecimientos que han tenido lugar en estos últimos días anteriores a la segunda vuelta de la justa electoral. Me limito, pues, Wallah (¡Lo juro por Alá¡), a reproducir aquí lo que esas informaciones contienen.

Cada vez más inquieto por la cercanía de ese fatídico día, el carácter de Dániel había empeorado, si es que tal milagro es ya posible (Fi-Aman-Allah; ¡Que Dios nos proteja¡). De forma que sus ministros, reunidos en cónclave, aunque selectivo ya que no todos eran de la confianza del Rey y menos de Despuntado porque, como éste decía, “vamos a ser demasiados para recoger las ganancias y luego tocamos a poco”, decidieron buscar una fórmula para entretener a Dániel y calmarle algo los nervios. Debido a las tradicionales graves deficiencias culturales de muchos de los hombres puros (despreciativos de todo lo que no sea modelizable, calculable, rentable, computable y contable, por los números no por la narración) y de algunos bárbaros, jurisconsultos e incluso artistas, los reunidos (Despuntado, Walthari, Escoming, Amanuense, Hena de Pravia y Chorches) se vieron obligados a recurrir a culturas más antiguas como la que es patrimonio de mi pueblo. Se cumple así la máxima Inna-Lillahi-Wa-Inna-Ilahi Rajium (De Alá somos y a El hemos de volver).

En concreto, acudieron al método Alf Layla wa-Layla (tausen nais ana nai, en britanogetense), no sólo por su capacidad de atenuar, o al menos atrasar, los instintos asesinos del sultán, sino también porque, siendo un método numérico, podía servir para, a través de la infinidad conceptual que expresa el número mil, llevar a Dániel a las más altas cotas del éxtasis y tenerlo entretenido antes de que llenara su blog de más insultos a Duplo. Algo, por cierto, en lo que Dániel encontraba gran placer, aunque, como confesaba en un aparte Despuntado a Chorches con quien tenía gran confianza, “resultara un pelín obsesivo pero, todo hay que decirlo, representativo de lo más excelso de la gran personalidad del Rey”. Lo decía, tapándose la boca como el famoso entrenador de atletas de origen árabe llamado Pequeño Moro, llevado por la obsesión, que compartía todo el conjunto de los ministros del Rey, de que nadie pudiera leerle los labios. ¡Inútil pretensión contra los artistas de la escuela de interpretación de Geta, hábiles en descifrar todo tipo de mensajes, incluso en britanogetense!

Dos problemas se presentaban, sin embargo, a los conspiradores: encontrar quien quisiera desempeñar el papel de Scherezade y tener a disposición un libretista que creara los cuentos que Scherezade debería contar cada noche al Rey. Para lo primero, Despuntado señaló a Walthari, aunque para ésta la perspectiva de pasar toda la noche con el Rey, contando historias (algo para lo que no estaba particularmente dotada) y arriesgando perder la cabeza al amanecer, no era muy agradable. “Bolonia lo exige”, afirmó Despuntado muy serio; ante lo que Walthari aceptó sacrificadamente la dura misión. Así pues, y tras revestirse de tules, colocarse aretes y ajorcas y pintarse abundantemente con henna, estaba dispuesta para tan heroica tarea. “Procura ser amable y sensual” le pidió Despuntado, aunque, como él bien sabía, era algo imposible de lograr debido al llamado “estilo directo” de Walthari y a su exclusiva dedicación a todas las derivaciones de la ciencia boloñesa, pasta incluida. Otra cosa era la creación de historias. Al no poder contar con el apoyo de miembros del linaje de los artistas (¿No nos pasará esto por despreciarlos?, se preguntaba enjundiosamente Escoming, aunque, como era habitual, nadie le prestaba atención) decidieron acudir al rincón del vago. “Al fin y al cabo (dijo Despuntado, siempre práctico), ¿no es ahí donde nuestro excelsos estudiantes boloñeses encuentran inspiración para sus innumerables trabajos?”.

Así pues, Walthari, tras haberse disfrazado y memorizado la historia de la primera noche, se reunió con Dániel en sus aposentos. Se encontró al Rey enormemente encolerizado (su estado natural, por cierto), mientras que se preguntaba irritado: ¿Por qué tengo yo que soportar que Duplo diga que yo miento? Eso sólo lo puedo decir yo de él, para eso soy el Rey. Y, además, es bajito y sus adláteres también; y un poco demasiado moreno. ¿No será pariente de ese Faruk como se llame que escribe cosas terribles de mí y de mi Reino? Seguro que no viene de Petra sino de Trípoli. Y tú, Walthari, ¿de qué vienes vestida? ¿es la nueva toga boloñesa?. A lo que Walthari contestó, con su finura habitual: ¡Mi Rey, estoy aquí para contarte una historia coj…..¡ . Y, sentándose, procedió a ello, mientras Dániel, mirando desde sus aposentos el edificio del Polideportivo pensaba: “podría poner ahí un gallifante como el que está a la entrada del establecimiento de Uan chu, coronado con un busto con mi perfil narigudo igual al del rey carlos ese, un despreciable ilustrado como los jurisconsultos y artistas”. Sería el primer paso para cambiar el nombre a este Reino de Carloszrre a Dánieldefir o Dánieluan (en britanogetense).

(Continuará)

3 comentarios:

  1. No debí leer este capítulo antes de dormir. La visión de Walthari vestida de tules me provocará pesadillas.

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  2. Oh príncipe Jazak Allah Khairk (Que Dios te recompense) cuánto placer has proporcionado a mis sentidos en las frías noches de abril en Majerit. Tu pluma (de escribir por supuesto) goza de la bendición de Alá, que misericordioso ha derramado sobre tí el don de la creación. Adh-hakal laahu sinnaka ( Que Allah te mantenga siempre alegre) y a nosotros también. Un dulce saludo
    Azufaifa.

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  3. no sé quien de los dos se negaría realmente a entrar en el lecho al saber que el otro le espera en él...son tan repulsivos los dos que la cuestión no es quién lo es más si no el cuadro en sí...

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